Adriana y David se conocieron en una cafetería del centro, un día lluvioso en el que ambos buscaron refugio en la misma mesa compartida por casualidad. Entre tazas de café y risas tímidas, descubrieron que compartían la misma pasión por viajar y la misma forma de ver la vida: simple, pero llena de pequeños detalles. Con el tiempo, su amistad se transformó en amor, uno de esos amores tranquilos pero intensos, que se construyen día a día.